Martes 30 de Mayo de 2023

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LOCALES

2 de mayo de 2022

Cachencho, en Federal

Solamente aquellas almas sensibles a las manifestaciones populares pueden comprender en su real dimensión la enorme repercusión que alcanza cada año la realización chamamesera de Federal; es decir, un encuentro de gran relevancia que expande su luz por toda la República Argentina.

Roberto Romani / [email protected]

El milagro se inaugura con el advenimiento de febrero, cuando las noches entrerrianas ofrecen al visitante todos los misterios de la Selva de Montiel, y los duendes musiqueros se apoderan de cada estrella estival, como alguna vez se adueñaron del isondú de la amistad Pocho Rivero y Víctor Seri, vigilantes luceros del afecto crecido.

La “Ciudad de canto y esperanza” vive el tiempo de la risa y la ternura, del júbilo criollo y la gracia campesina, del abrazo afectuoso y el cardenal de la alegría, convocados por la figura de “Cachencho”, que desde la imponencia del Escenario Ernesto Montiel, abre su corazón de cordialidad provinciana, para que el país cantor vibre con los rezongos de la verdulera y acomode sus nostalgias bajo la serpentina del bandoneón.

 

Con “Cachencho” llega el chamamé, golpeando los pechos de la fiesta con un estremecimiento de siglos, con su profundo secreto armonioso que recorre la piel y sale hacia la noche como un desprendido llamado ancestral, pleno de emoción, hondo de entusiasmo; en el mismo instante que un grito zahareño y desafiante prolonga las historias simples y los sentimientos verdaderos.

Entre las sombras del monte se asoman las almas buenas de Isaco Abitbol, Tarragó Ros, Mario Millán Medina, Tránsito Cocomarola y Abelardo Dimotta, que en representación del espíritu guaraní de la tierra sin mal, dibujan una larga melodía lechiguanera.

Cerca del instrumento otro fuego ilumina el baile: en los ojos del hombre, abiertos de pasión; en los ojos de la dama, cerrados ante el beso y la promesa. Por las calles y el cielo, miles de abejas zumbadoras nos hablan de nuestras tradiciones, y siembran estrellas en las gargantas del pueblo.

Cuando “Cachencho” silencia su verdulera y su vida de muñeco lo devuelve al oscuro destino de utilería, todos sabemos que tendremos una nueva oportunidad para recuperar el encanto indescifrable, el idioma sin palabras; la felicidad que no termina.

Todos sabemos, que anida en nuestro corazón la pequeña ilusión de ser a través del tiempo un largo chamamé, ardiente de sol, vibrante de fe; desbordando en la inmensidad de los sueños un sentido sapucay, con rumbo a la eternidad del amor.

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